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Ciencia participativa se fortalece en la cuenca del río Claro en Antioquia
Ciencia participativa se fortalece en la cuenca del río Claro en Antioquia
autor
Julián Sáenz
publicación
4.10.22

Se presumen que hay un poco más de 75.000 hallazgos, distribuidos en 2.636 plantas nativas de la zona, 603 especies de aves, 61 de mamíferos y 80 de insectos.

Se presumen que hay un poco más de 75.000 hallazgos, distribuidos en 2.636 plantas nativas de la zona, 603 especies de aves, 61 de mamíferos y 80 de insectos.



  • El río Claro es uno de los lugares más singulares a nivel biológico por su alta riqueza de especies, endemismos y ecosistemas particulares como cuevas y cavernas de mármol. Allí el monitoreo participativo le ha permitido a la comunidad gestionar y apropiarse de la biodiversidad de su territorio.



La cuenca del río Claro es un territorio conformado por más de 85.000 hectáreas distribuidas en el oriente antioqueño, es uno de los ecosistemas más importantes del Magdalena Medio ya que alberga una gran cantidad de especies de plantas y animales, algunas de las cuales no habitan en ninguna otra parte del mundo.

Por está razón, investigadores del Instituto Humboldt y la Fundación Grupo Argos, en colaboración con otros expertos de diferentes instituciones, realizaron una aproximación participativa e integrada para gestionar la biodiversidad de la cuenca del río Claro.

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El objetivo de este proyecto es lograr que la conservación de la biodiversidad de la cuenca del río Claro se dé mediante la participación comunitaria apoyada en la investigación científica que realiza el Instituto; en donde los actores locales fortalezcan sus capacidades y participan en la toma de decisiones sobre conocimiento, uso sostenible y conservación de la fauna y la flora.


“Una estrategia fundamental para lograr realmente la conservación del capital natural de Colombia, es a través del involucramiento de las comunidades y la generación de conocimiento de las posibilidades de uso sostenible de la biodiversidad”, señaló María Camila Villegas, gestora del Programa Huella Viva y Directora Operativa de la Fundación Grupo Argos.

De acuerdo con Lina Marcela García, investigadora del Instituto Humboldt, “el monitoreo participativo gana cada vez más relevancia en los procesos de investigación científica, los investigadores locales son quienes gestionan el conocimiento en sus territorios y como resultado de este rol, se logra una transición hacia formas más sostenibles de realizar sus prácticas tradicionales y en la zona, poco a poco se reconoce la posibilidad de conservar el patrimonio natural a través de su uso”, señaló.

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Como resultado de la intervención, participaron comunidades de 8 veredas de la cuenca del río, las cuales han fortalecido sus capacidades técnicas para el uso sostenible y conservación de la biodiversidad, con base en el conocimiento científico. Además, se han formalizado cerca de 100 acuerdos de investigación local en donde participan activamente 3 sedes educativas rurales de primaria y bachillerato, campesinos, amas de casa, líderes y lideresas, emprendedores, guías de turismo, profesores y estudiantes de la zona.

Actualmente, se registra que la riqueza natural de la cuenca comprende más de 75.000 hallazgos pertenecientes a un aproximado de 3.953 especies, de las cuales 2.636 son plantas nativas de la zona. También se han reconocido registros de 603 especies de aves, 80 de insectos y moluscos, 61 de mamíferos, 45 de anfibios y 50 de reptiles.


A partir del 2021 con la implementación del monitoreo participativo, los esfuerzos se han concentrado en 5 grupos biológicos, encontrando hasta el momento 19 especies de aves, algunas de ellas endémicas como el carpintero bonito (Melanerpes pulcher), capito (Capito hypoleucus) y Ortalis columbiana.

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Para los mamíferos se tiene registro de 29 especies, algunas de ellas endémicas y amenazadas: marteja (Aotus griseimembra), tití (Saguinus leucopus) y el mono cariblanco (Cebus versicolor). También se han reportado algunos felinos: jaguar (Panthera onca), trigrillo (Leopardus pardalis), nutria (Lontra longicaudis) y el hurón (Galictis vittata) siendo esta última especie, junto con la chucha de agua (Chironectes minimus), especies consideradas raras para la comunidad de investigadores locales.

La riqueza de abejas y escarabajos aún es objeto de estudio; no obstante, para las abejas se estima que, en las áreas muestreadas de la cuenca se encuentra representado aproximadamente el 10% de las especies de Colombia , con unas 70 morfoespecies.

Para las plantas se tiene el dato de 56 especie registradas, de las cuales 11 son endémicas: piñuelo (Duguetia antioquensis), Aphelandra straminea, chupo (Gustavia cf. Romeroi), gualanday (Jacaranda hesperia) y ají (Pera colombiana), mamoncillo de monte (Melicoccus antioquensis), garrapata (Pseudoxandra sclerocarpa), mamoncillo de monte (Matisia serpicosata), (Rhodostemondaphne antioquensis), Duguetia colombiana y Cybianthus cogolloi. También se hace seguimiento a las poblaciones naturales y fenología de especies maderables apoyados por Fondation Franklinia, para complementar el trabajo del Instituto específicamente en árboles amenazados de la cuenca.

Ciencia participativa se fortalece en la cuenca del río Claro en Antioquia
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Según Álvaro Cogollo, Biólogo-Botánico y experto en plantas de la cuenca del río Claro, este es un ecosistema por descubrir, su vegetación especial se adapta a esas condiciones. Por esta razón es necesario que los investigadores que recorren la zona transfieran el conocimiento a personas locales que tienen saberes ancestrales sobre la utilidad de los árboles y además conocen lugares a los que la ciencia no han llegado; esto es precisamente lo que incentiva el monitoreo participativo: conocer lo que debe conservarse. Hay especies que se están extinguiendo, todas ellas ubicadas en diferentes áreas de la cuenca, desde bosques húmedos tropicales conservados y cuevas de mármoles, hasta áreas destinadas para cultivos, ganadería y minería a diferente escala, actividades de las que depende la economía local.

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El aspecto más importante de la intervención en río Claro es que todos los registros han sido liderados por las habitantes de la cuenca, con el acompañamiento de los investigadores del Instituto, son ellos quienes aprenden a identificar las especies que habitan en sus veredas.

Finalmente, el proceso de apropiación del conocimiento que comprende el aprendizaje de metodologías para registro y documentación de datos, manejo de equipos, identificación de especies a través de guías de campo o aplicaciones como Merlín o iNaturalist han tenido resultados satisfactorios. El trabajo de 1 año, que además, continúa se fortalece en la medida que la comunidad transforma su visión del territorio y las instituciones transfieren capacidades que les permitan gestionar su biodiversidad de manera autónoma a largo plazo.

El monitoreo participativo que se implementa a través de Huella Viva es una estrategia de intervención social y ambiental que “ha logrado realmente impactar de manera directa la vida de muchas personas en la cuenca del Río Claro y permite la protección de las fuentes hídricas, la educación ambiental y el desarrollo sostenible, conectando la conservación con la promoción de la bioeconomía local”, señaló María Camila Villegas.

El objetivo de este proyecto es lograr que la conservación de la biodiversidad de la cuenca del río Claro