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Biodiversidad
Bosque seco tropical
Macondos y “quitacalzones”: el bosque seco tropical estudiado en detalle
Macondos y “quitacalzones”: el bosque seco tropical estudiado en detalle
autor
Comunicaciones Humboldt
publicación
10.10.17

El Instituto Humboldt monitorea el estado de la biodiversidad de bosques secos como parte de los objetivos del proyecto

El Instituto Humboldt monitorea el estado de la biodiversidad de bosques secos como parte de los objetivos del proyecto Uso sostenible y conservación de la biodiversidad en ecosistemas secos para garantizar el flujo de los servicios ecosistémicos y mitigar procesos de deforestación y desertificación, liderado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Desde 2015, el Humboldt ha explorado las zonas de incidencia de este proyecto, correspondientes a seis cuencas ubicadas en La Guajira, Bolívar, Cesar, Huila, Tolima y Valle del Cauca, respectivamente. Tras varias expediciones, sus investigadores han recorrido territorios con bosque seco para establecer plataformas de monitoreo de plantas, hormigas, mamíferos y aves.

A través de este trabajo en campo se han logrado resultados importantes en cada uno de estos temas. Fue así como se hizo el registro del 55% de los géneros de hormigas reportados para todo el país solo en la cuenca del Río Cañas (Dibulla, la Guajira), una cifra que expresa con contundencia la riqueza y diversidad de este micromundo en la zona.

Al ser organismos tan sensibles a los cambios, la presencia o ausencia de ciertas especies de hormigas indica la condición de paisajes transformados y permanencia de vegetación. De hecho, la información reunida durante las expediciones muestra que dichas zonas disponen de una alta riqueza representativa regional y una buena distribución de las especies en general.

Además de la diversidad de especies de hormigas, en la investigación se identificaron varios roles ecológicos de estas; un ejemplo son las cazadoras, a las que pertenece la Pachycondila impressa, que controla las poblaciones de insectos y otras hormigas; y también omnívoras, del género Azteca que habita en las hojas, ramas y tallos de los yarumos (Cecropia spp.).

También se hallaron otras hormigas como la pastora de insectos –género Crematogaster– que se asocia con algunas especies de insectos áfidos y hemípteros. La primera ofrece transporte y protección frente a los depredadores a cambio de una sustancia azucarada y alimenticia que excretan los segundos.
En el río Aipe (Huila), aunque la diversidad comparativa fue baja, no se tuvo registro de hormigas invasoras, una buena noticia para la región. Entre tanto, en la cuenca de la Quebrada Yaví (Natagaima, Tolima), se registró una gran abundancia de la hormiga quitacalzón (Wasmannia auropunctata) una especie nativa que, como consecuencia de un marcado estado de perturbación del ambiente, asumió un rol dominante que afecta la presencia de otras hormigas.

De manera similar, las hormigas arrieras del género Atta son propensas a generar grandes daños a cultivos, sobre todo en paisajes muy transformados donde hay baja cantidad de depredadores naturales y muchos sitios para anidar; estas hormigas se alimentan de un hongo que requiere de grandes cantidades de hojas para “cultivarlo” y pueden dejar un árbol sin hojas en tan solo unas horas. La ausencia de otras especies que las controlen hace que puedan dominar en el paisaje y convertirse en plagas para los agricultores.

Cabe resaltar que hay una alta diversidad de especies que cumplen diferentes roles en los bosques en los que viven y que tienen requerimientos especiales para estar allí; las hormigas arborícolas Camponotus sericeiventris y algunas cazadoras del género Gnamptogenys demandan un microclima muy específico para establecer sus nidos, casi siempre bajo sombra y con suficiente humedad relativa y son sensibles a los cambios en estas condiciones.
Entre tanto, el recorrido por las cuencas de las regiones Andina y Pacífica evidenció un ecosistema marcado por varias actividades productivas en el que quedan pocos parches de bosque ya desconectados; sin embargo, en la cuenca del río Dagua (Valle del Cauca), zona fuertemente explotada y degradada con algunos fragmentos de bosque remanentes, se registró más del 35 % de los géneros de hormigas reportados para toda Colombia, inmersas en un paisaje de cultivos. Un dato muy interesante que exige continuar estudiando los agroecosistemas y su relación con la biodiversidad del país.

En cuanto a las aves se destaca la presencia de la guacharaca caribeña (Ortalis garrula), un ave endémica, identificada durante las expediciones al bosque seco de la región Caribe, cuya carne es muy apetecida para el consumo humano. Su rol fundamental es el de dispersar semillas de palma amarga (Sabal mauritiiformis), una planta muy utilizada en la construcción del techos en este territorio.

Otras especies de aves de especial importancia reportadas durante este proyecto son la chalachala colombiana (Ortalis columbiana) y el copetón (Myiarchus apicalis), avés endémicas de Colombia que aún sobreviven en la región Andina. Los bosques visitados allí son, además, un refugio en el valle del Magdalena para el águila migratoria (Ictinea plumbea), la cual se mueve en grandes grupos y dispone de muy poca información.

Por su parte, en la cuenca Arroyo grande, departamento de Bolívar, donde en la actualidad se encuentra un nutrido grupo de organizaciones dedicadas a trabajos de conservación, hubo registros del tití cabeciblanco (Saguinus oedipus), primate endémico e icónico del Caribe colombiano y con alto grado de amenaza, razón que ha motivado la creación de redes de trabajo en torno a su supervivencia y a la conservación del bosque seco.

En las cámaras trampa quedaron registrados felinos de gran importancia a nivel ecológico como el ocelote (Leopardus pardalis) y el yaguarondi (Herpailurus yagouroundi), fauna que necesita óptimos niveles de conectividad y diferentes especies de mamíferos de menor tamaño para alimentarse; por las condiciones actuales, su presencia está, en muchos casos, condicionada a la disponibilidad de alimento y rutas seguras para desplazarse.

La cuenca del río Garupal (Valledupar, Cesar) es una de las zonas más afectadas por incendios en el país y una de las cuencas más degradadas del área de estudio del proyecto; allí, los investigadores hallaron, para su sorpresa, al macondo (Cavanillesia platanifolia), árbol de gran porte y belleza y fuente de inspiración de García Márquez, sobreviviendo en pequeños fragmentos y regenerándose con fuerza a pesar de las conflagraciones.

En conclusión, los resultados obtenidos tras los recorridos por distintas zonas del bosque seco tropical colombiano, entregan un mensaje contundente acerca de la necesidad de sumar esfuerzos para reconectar, no sólo los parches de bosques, sino también a la biodiversidad (en distintas escalas) de estos ecosistemas, incluso, con las comunidades humanas que allí habitan.

Atta Colombica - Crédito: Felipe Villegas
Atta Colombica - Crédito: Felipe Villegas
Gnamptogenys - Crédito: Luisa Arcila
Gnamptogenys - Crédito: Luisa Arcila
Camponotus Sericeiventris - Crédito: Felipe Villegas
Camponotus Sericeiventris - Crédito: Felipe Villegas

Pachycondyla impressa - Crédito: Luisa Arcila
Pachycondyla impressa - Crédito: Luisa Arcila

Azteca - Crédito: Felipe Villegas
Azteca - Crédito: Felipe Villegas

Crematogaster - Crédito: Felipe Villegas
Crematogaster - Crédito: Felipe Villegas
Macondos y “quitacalzones”: el bosque seco tropical estudiado en detalle
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