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No será fácil: páramos colombianos en el posconflicto y posacuerdo
No será fácil: páramos colombianos en el posconflicto y posacuerdo
autor
Prensa Instituto Humboldt
publicación
28.9.16

Por múltiples formas de uso y propiedad de la tierra que podrían desencadenar conflictos socioambientales

• Por múltiples formas de uso y propiedad de la tierra que podrían desencadenar conflictos socioambientales, Gobierno nacional afrontará retos para ordenar el territorio en zonas de páramo durante la etapa de posconflicto.

• Territorios con figuras de protección consolidada, insuficientes o desprotegidos por completo, actividades agropecuarias en aumento, presencia de grupos armados ilegales, disputa y reclamo de tierras por parte de campesinos, comunidades étnicas o afrodescendientes son algunas variables.

• Con una macroinfografía, el Instituto Humboldt invita al análisis de los contextos regionales para el diseño de acciones y al diálogo que construya acuerdos conjuntos acerca del manejo del territorio.

El Instituto Humboldt analiza y proyecta, a través de una macroinfografía, posibles escenarios de gestión de territorios –en ecosistemas de páramo– en municipios con presencia del conflicto armado interno y organizaciones comunitarias indígenas, campesinas y afrodescendientes.

Para nadie es un secreto

Las cimas de las cordilleras andinas han sido corredores estratégicos en el desarrollo del conflicto armado interno dada la facilidad para interconectar distintas zonas del país y la complejidad de acceso a ellas. Por tal motivo, y con la implementación de la Política de Seguridad Democrática (2002-2010), los batallones de Alta Montaña retomaron el control del Sumapaz y Los Farallones de Cali, mientras las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) conservaron el Cañón de Las Hermosas, ampliamente conocido por ser refugio de Alfonso Cano, comandante de este grupo insurgente.

Ante este panorama, la condición de conservación de los ecosistemas era parte del valor estratégico de dichos corredores, por lo cual la dinámica del conflicto armado determinó el aspecto actual de estas zonas y la capacidad de acción del Estado con la fuerza pública y las entidades ambientales encargadas de la regulación de los recursos naturales. En estos espacios el conflicto influyó, además, en las políticas y capacidades de las organizaciones comunitarias indígenas, campesinas o afrodescendientes para la planificación colectiva del territorio.

Con tales dinámicas, los páramos han sido escenario de acciones armadas por parte de grupos insurgentes y, a la vez, espacios donde confluyen diferentes formas de apropiación del territorio y expectativas frente al uso y propiedad del suelo. Desde esta perspectiva, los sistemas paramunos también pueden considerarse “frontera agrícola”, al igual que extensas regiones de tierras bajas colombianas cuya expansión y tasa de transformación está relacionada con acciones insurgentes y de la fuerza pública. En tal sentido, puede esperarse que el cambio en la correlación de poderes en zonas de alta montaña influya sobre el estado de conservación de los ecosistemas y en el dominio del territorio por parte de sus habitantes.

La alta montaña y el posconflicto

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Con respecto a zonas de alta montaña en la etapa de posconflicto, el análisis se centra en las múltiples formas de territorialidad que conviven con figuras de ordenamiento dirigidas a la conservación de la biodiversidad, lo que supone conflictos de distinta naturaleza, que tanto el Estado como los actores económicos deben considerar al momento de priorizar e implementar acciones derivadas de los acuerdos de paz.

Según la información que ofrece la infografía las formas de territorialidad en los distintos niveles de elevación de las cordilleras tienen elementos comunes. Por ejemplo, las zonas más altas –en especial aquellas con áreas glaciares, aledañas y páramos en buen estado de conservación– se encuentran bajo formas de protección del Sistema de Parques Nacionales Naturales (PNN). Alrededor de estas y, en ocasiones sobrepuestas, hay figuras de áreas protegidas de orden regional –no siempre de protección estricta–, resguardos indígenas y Zonas de Reserva Campesina (ZRC) constituidas o en proceso de conformación. En este “cinturón” –según la zona sombreada del infográfico– que muchas veces coincide con el límite inferior del páramo y la región altoandina es frecuente encontrar extensas superficies en donde las actividades agropecuarias siguen en ascenso y la propiedad de la tierra suele ser incierta, pues allí confluyen igualmente propietarios, arrendatarios de predios y territorios colectivos, lo cual es fuente de múltiples conflictos socioambientales.

Las cuestas medias y bajas de las cordilleras presentan otro tipo de dinámica en cuanto a la producción y propiedad de la tierra. Allí se encuentran actividades económicas diversas y asociadas a pequeñas extensiones de suelo. En los valles interandinos, y planicies de zonas bajas, hay monocultivos de palma, arroz, caña, ganadería extensiva y sistemas agrícolas y ganaderos desarrollados por grandes propietarios, así como ciudades, perímetros urbanos y semiurbanos –se puede afirmar que este mismo esquema aplica en el caso del Altiplano Cundiboyacense–, con algunos modelos de conservación complementarios o ninguno de ellos. En cuanto al conflicto armado, es notable la presencia de grupos de autodefensas o paramilitares.

Carlos Sarmiento, coautor de la macroinfografía, afirma que “este diagrama es una aproximación –pues no todos los contextos funcionan de la misma forma– que señala los fuertes cambios que podemos esperar en las dinámicas del paisaje de zonas sin figuras de protección estricta o en donde las existentes aún son insuficientes, o bien en donde confluyen territorios indígenas y zonas de reserva campesina. Es decir, la transformación del territorio sería mayor donde la gobernanza sigue en disputa más allá del conflicto armado. Desde esta perspectiva, los escenarios nos plantean que no es lo mismo establecer acciones en un páramo con muy buen grado de conservación –con una figura de protección consolidada– a establecerlas en un territorio en donde la actividad agropecuaria esté en aumento y puedan existir tierras reclamadas por campesinos y comunidades étnicas”.

Escenarios de gestión en municipios con área en páramo

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Para dimensionar la naturaleza y la magnitud de los retos que podría afrontar el gobierno nacional, la macroinfografía analizó tres variables para 26 municipios que tienen más del 25 % de su territorio en páramo y altas posibilidades de recibir distintas dinámicas asociadas al posconflicto.

Las variables examinadas en este ejercicio exploratorio fueron porcentaje del municipio en zona de páramo, intervención o transformación de la cobertura de la tierra, categorías de conservación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap) y presencia de resguardos indígenas y franjas de reserva campesina formales o en proceso de constitución.

Los diferentes escenarios de gestión del territorio resultantes los explica Sarmiento: “Combinamos esas variables para los distintos municipios y analizamos las tres agrupaciones resultantes: municipios con páramos muy intervenidos y poco protegidos (A), municipios con páramos poco intervenidos y poco protegidos (B) y municipios con páramos poco intervenidos y muy protegidos (C)” . Por ejemplo, en el complejo Sumapaz ya existe el Parque Nacional del mismo nombre, una zona de páramo no incluida en dicha figura y un proceso para la declaración de una ZRC en el municipio de Cabrera (Cundinamarca). “A este contexto no puede llegarse de la misma manera que a otro que tiene resguardos indígenas y parque nacional, como el caso del Nevado del Huila, tampoco te apareces de igual forma a un municipio con campesinos e indígenas buscando figuras de territorialidad para un mismo espacio, como ocurre en el Complejo de Páramos Guanacas -Puracé - Coconuco. De allí, la necesidad de una mirada y diseño de políticas de intervención distintas para cada uno de estos escenarios”, enfatiza Carlos Sarmiento.

La macroinfografía resalta, también, la pluralidad de las comunidades a lo largo de los páramos, quienes deciden sobre el territorio. Por tal razón, es indispensable considerarlas como tomadoras de decisiones en cuanto al ordenamiento del territorio en sus respectivas regiones. “Buscamos llamar la atención acerca del diseño de acciones de ordenamiento del territorio ante la presencia frecuente de organizaciones comunitarias legítimas, actores clave en el diseño de estrategias. La idea no es entrar a estos espacios ignorando a gente que sobrevivió a circunstancias adversas, se organizó, definió sus prioridades y conoce la biodiversidad propia del lugar. Hay que reconocerlos como instituciones partícipes y no como grupos de personas a quienes se les comunican decisiones ya por 4 finaliza Sarmiento.

Con este ejercicio, el Instituto Humboldt invita al análisis de los contextos territoriales de cada región, a incluirlos como variables en el diseño de acciones, a reconocer a los actores como tomadores de decisiones –pues no solo en las entidades públicas está dicha facultad–, a abrir el diálogo para hacer acuerdos conjuntos acerca del manejo del territorio y a planear proyectos de investigación conjuntos.

Descargue la Macroinfografía aquí

Créditos de la publicación: Alejandra Osejo, Jessica Zapata, Carlos Sarmiento y Paula Ungar (Autores). Proyecto Insumos Técnicos para la Delimitación de Ecosistemas Estratégico s: Páramos y Humedales, Instituto Humboldt y Fondo Adaptación.

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